En España, cualquier oportunidad es buena para reunirse, tomar una caña y saborear algunas tapas. Al caer la tarde, es imperativo para muchos pasarse por alguno de esos pequeños bares y hacer un after-office, que puede extenderse hasta bien entrada la noche. ¿Cómo no irse de tapas? Y sobre todo, en Barcelona.
El Mediterráneo es el telón de fondo de muchos restoranes de Barcelona. Tal como en Plaza del Sol, o en lo alto de Tibidabo, o bien en el corazón del Barrio Gótico, a algunos pasos del Carrer de Petritxol, más precisamente frente a la Plaça Nova, es habitual pasarse a probar algunos de estos pintxos deliciosos.
El ambiente es siempre como el de una fiesta, y los lugares se llenan de comensales. A veces hay que esperar un poco para tener un lugar en la terraza -donde las mesas se llenan de los colores del mar- o en la barra, pero bien vale la pena: Aceitunas rellenas de anchoas, quesos, tortillas, jamón, salmón, piquillos, chorizo, todo eso puede convertirse en una tapa, y suelen acompañarse con algún vino Tempranillo, o bien se puede pedir una cerveza (que así significa en botella) o una caña, o sea, cerveza a presión.
Aquellos que no suelan o no se permitan tomar alcohol, pueden acompañar sus tapas con alguna bebida típica catalana como la horxata o la clásica “Bebida del Pobre”.
La modalidad de cobro en casi todos los lugares de tapas en Barcelona es por pintxo, esto es, se pueden servir las tapas que uno quiera para luego dirigirse a la caja, donde se cuenta la cantidad de pintxos.
Es un sistema poco común, pero con el cual se pueden probar todas las variedades y combinaciones. El precio es justo y acorde con la calidad de cada restoran, y como en todas partes puede pagarse con tarjetas de crédito como American Express.
Las bocatas o las frescas ensaladas marinas de los mediodías, los pica-pica de la noche, los desayunos leyendo el diario al sol y frente al mar, los pintxos que se ofrecen con conciertos en vivo, y los lugares donde se puede bailar y beber hasta el amanecer, en conjunto o en parte son una invitación para un deleite inolvidable.
Entre los antiguos bares atendidos por los propios dueños, y los sitios de vanguardia donde se mezclan tendencias de la cocina internacional, irse de tapas en Barcelona es un llamado constante para disfrutar rodeado de amigos conocidos o aún por conocer.